LA FIESTA DE MANOLANDO :
Orlando Gonzáles García.
William Smith Piscoya Chicoma
Por: William Piscoya Chicoma
Fiesta es una de las décimas más populares de Orlando Pompeyo Gonzáles García-Manolando (Ferreñafe 1920-1991), y que, nuestro raigal poeta, compusiera con una evidente intencionalidad expresiva e imperecedera del ambiente criollo, los usos y costumbres de la tradición peruana y, más específicamente, norteño-lambayecana.
Su tema, en definido, es la celebración habitual en una típica jarana norteña. Es decir, la inconfundible algarabía colectiva del poblador norperuano, donde, con brindis de chichas varias, la comilona de los potajes más tradicionales como exquisitos, y al compás de arpa y vihuela, exhibe su carácter campechano, festivo y generoso, ampliamente reconocido en nuestro país y otras latitudes.
En efecto, Fiesta, en la primera de sus cuatro estrofas, nos muestra el ambiente distintivo de la colectividad norteña, de “fulgores de sol de ensueño/ embrujo de mil colores”, vale decir, el paisaje pueblerino y acogedor lambayecano de principios del siglo XX, con sus unidades pintorescas y policromáticas, hoy, lamentablemente, convertido en verdadera añoranza, y solamente con la posibilidad de vuelto a revivir, en lecturas de las incomparables espinelas de nuestro vate Manolando.
La segunda estrofa, Fiesta, nos introduce en el contexto particular de una jarana norteña: el desfile de mozas y cholos, la marinera resbalosa, la infaltable chicha -esta vez “de mamey y de ciruela”- y las melodías criollas emitidas por dos instrumentos, desafortunadamente, ya desaparecidos de la práctica musical popular: el arpa y la vihuela, otrora aparejos filarmónicos que dotaban, no solo de alegría y diversión a la festividad, sino, también, de reputación y ascendencia social.
La tercera estrofa de esta espinela manolandina -como tantas otras de nuestro insigne poeta-, está dedicada a enaltecer la exclusiva belleza de la mujer lambayecana, y -dicho sea enfáticamente-, no de la fémina “blanca” y aristocrática, sino de la “chola” y humilde: “…lindas ferreñafanas/ preciosas chongoyapanas/ porteñas muy salerosas/ monsefuanitas graciosas…”. Además, en esta estrofa de la Fiesta de Manolando, se enuncian y enaltece a un originario y conspicuo componente de nuestra fauna regional: el huerequeque, emblema legítimo de lambayecanidad.
En la curta y ultima estrofa de esta décima, Manolando recrea la afamada gastronomía norperuana, reconociendo, dignamente, la supremacía de la cocina mosefuana: “Ceviche, seco e’ cabrito/ espesado de carne de pecho/ caballa con mote arrecho/ y de pato un aguadito, / ¡son potajes, compadrito! / de la tierra de las flores…”, y cierra su alocución lírica con una sentencia fastuosa, que encumbra la tradición, y cultura en general, de esta parte de nuestro país: “… y a todo pecho os lo digo ¡Qué viva el norte señores!”.
En esta oportuna ocasión -que celebramos el primer centenario del natalicio del gran bardo ferreñafano-, comparto con todos ustedes, amigos lectores, la Fiesta del inolvidable Manolando.
FIESTA
I
Fiesta de mozos norteños
con guitarras y cajones
y de criollos corazones
de rostros siempre risueños
fulgores de sol de ensueño
embrujo de mil colores
arpegios de ruiseñores
que a las almas engrandece
fiesta al fin donde ofrece
tonderos, ritmos y amores
II
Desfile de buenas mozas
y de cholos palanganas
que nunca les falta ganas
de bailar su resbalosa
hay chicha entre otras cosas
de mamey y de ciruelas
arpa que pone en candela
a todos los invitados
y melódicas tonadas
que desbordan las vihuelas
III
Hay chiclayanas hermosas
y lindas ferreñafanas
preciosas chongoyapanas
porteñas muy salerosas
monsefuanitas graciosas
como flores de diamelas
perfuman esta espinela
trinares de huerequeque
y rimando por lambayeque
donde el alma se consuela
IV
Ceviche, seco e’ cabrito
espesado de carne de pecho
caballa con mote arrecho
y de pato un aguadito,
¡son potajes compadrito¡
de la tierra de las flores
donde preludian amores
que hoy desde aquí bendigo
y a todo pecho os lo digo
¡Qué viva el norte señores!

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